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jueves, 30 de septiembre de 2010

Artículo de Prensa

El desempleo con rostro juvenil
Lo que en muchos casos parece simpático y agradable, ver a una linda joven ofreciendo productos para probar en un supermercado o en las calles, es más que eso, es una muestra de las dificultades que tienen hoy en día los jóvenes para encontrar un empleo seguro.

Talleres, restaurantes, tiendas, en fin, están llenos de jóvenes que aceptan estos trabajos porque, sencillamente, no tienen mejor oportunidad siendo, muchos, egresados o titulados en las universidades.

Los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestras un crecimiento constante en el desempleo a nivel general, pero sobre todo en el desempleo entre los jóvenes entre 15 a 24 años.

Según la OIT, esta cifra es de 13% a nivel mundial, a diciembre de 2009, con una perspectiva a ir en aumento.

De los 620 millones de jóvenes económicamente activos en el mundo entre 15 a 24 años, 81 millones estaban desempleados a finales de 2009, el número más alto de la historia, señala la OIT.

Es tan complicado el panorama que ya se habla de la “generación perdida”, en alusión a este grupo sin oportunidades.

A nivel de América Latina, por ejemplo, el promedio del desempleo general es de 8%, mientras que el desempleo entre los menores de 24 años es de al menos 16%. Hay países, entre los que se puede incluir a Bolivia, donde este nivel es aún peor.

Por cada desocupado adulto que hay existen dos jóvenes en la misma situación. Para mostrar una figura cercana a nuestro oficio, podemos decir que por cada periodista adulto desocupado, hay por lo menos otros dos jóvenes egresados de las universidades con el mismo problema.

Pero aquí no termina todo; al contrario, la figura es aún más complicada cuando se revisa el llamado mundo del subempleo, donde también los jóvenes son los más afectados.

El subempleo es el mundo donde los trabajadores no tienen ningún tipo de horarios, ni seguros, ni salarios adecuados. Es casi, según muchos trabajos de investigación, un mundo de sub explotación laboral. Diversas investigaciones afirman que los jóvenes ocupan el 40% de la mano de obra en este campo.

Otro detalle es el desequilibrio que hay entre la oferta académica y la verdadera demanda del mercado laboral. Por eso, muchos médicos y abogados, por decir algo, terminan de oficinistas o, peor, terminan como conductores de taxis o guardias de seguridad.

En concreto, el desempleo juvenil aumentó de 11,99% en 2007 a 13% en 2009. La OIT calcula que hasta fines de 2010 esta cifra podría llegar al 14% o más.

Un dato adicional es que dentro de este grupo son las mujeres quienes enfrentan más dificultades a la hora de encontrar empleo. En 2009, la tasa de desempleo juvenil femenina fue del 13,2%, frente al 12,9% entre los hombres.

Ni este ni los anteriores gobiernos han visto el tema con la seriedad que merece.

Bolivia debería tener la capacidad de crear al menos 160 mil empleos nuevos para captar a esa juventud que sale de las universidades o institutos superiores.

Si hablamos solo del tiempo de gestión de este gobierno, cinco años, necesitaríamos crear 800 mil empleos.

Si bien las autoridades no dan muestras de estar muy preocupados de este tema, si hay entidades que se ocupan de este problema y entienden a plenitud la gravedad e impacto que puede tener a futuro.

Sería bueno, entonces, que estas instituciones busquen la forma de hacerse escuchar y, sería bueno también, que en medio de esta vorágine política en la que viven nuestras autoridades, también comiencen a preocuparse por el desempleo, sobre todo entre los jóvenes, por que es una bomba de tiempo que, en algún momento, más tarde o más temprano, terminará explotando.

Antonio Dalence es editor de Página Siete. Publicado en Página Siete en Septiembre 29 de 2010.


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